“EL CARNAVAL DE BARRANQUILLA Y SU DECLARACION COMO PATRIMONIO ORAL E INMATERIAL DE LA HUMANIDAD”
Barranquilla es la ciudad llamada “La Puerta de Oro de Colombia”, fundada en 1813. Está ubicada en la costa norte colombiana, bañada por el Mar Caribe y el río Magdalena, principal arteria fluvial de Colombia.
Toda esta región, el Caribe colombiano, es rica por sus tradiciones orales y folclóricas, por sus danzas y ritmos, en las cuales influye la unión de las razas blancas, negras, indígenas, mulatas, zambas y mestizas. Toda esta gran fuente cultural es merecedora de investigaciones que no solamente den a conocer su existencia sino que contribuyan a la revalorización y evite una futura extinción de tales tradiciones.
Pero nos limitaremos a abordar únicamente al Carnaval de Barranquilla, fiesta que se desarrolla entre en los dos primeros meses del año, iniciando con unos “precarnavales” en el mes de enero, para dar paso en el mes de febrero al carnaval propiamente dicho, que concluye con el sepelio de “Joselito carnaval”; personaje que nace el primer día de la fiesta para fallecer el ultimo día.
Actualmente en estas fiestas se hacen muestras de diversas manifestaciones artísticas y culturales de todo el país; pero este carnaval nace con unas danzas tradicionales, en las cuales el mestizaje esta presente. Las culturas de diferentes grupos humanos que se mezclaron y con el correr del tiempo crearon nuevas expresiones que caracterizan su identidad.
Esta fiesta tiene su origen en el carnaval que llega de España a América. Del primero que se realiza no existe fecha o algún registro, pero se especula que fue efectuado hace más de un siglo, cuando Barranquilla era una población pequeña. Posteriormente este festejo se ha tomado calles y plazas, recorriendo toda la ciudad hasta llegar a la Vía 40, la cual corre paralela al río Magdalena y a la Calle 17 en el sur, lugares que año tras año son utilizados como escenario del arte popular carnestolendico.
Los carnavales han crecido al mismo ritmo que Barranquilla; en el año de 1888 surge un personaje denominado “Rey Momo” (símbolo de la mascara), en el año de 1899 se crea el cargo de presidente del carnaval y una junta organizadora. En 1913 se organiza la primera “batalla de flores” (desfile que actualmente se realiza en la vía 40).
Se elige por primera vez a una reina para presidir las festividades en 1918, en 1923 se institucionaliza la era de los reinados, que había sido suspendida cinco años atrás. Es introducida en 1967 “la Gran Parada”, evento del carnaval que se lleva a cabo el domingo en la misma Vía 40.
Por iniciativa de la poetiza y compositora Esther Forero se realiza la primera “Noche de Guacherna” en 1974, rescatando una tradición perdida de cumbiambas y tambores que alegraban las noches carnestolendicas en la ciudad. Luego por el gran numero de participantes que se congregaban, se necesitó de una organización que llevara a buen termino las fiestas y es así como nace la Fundación Carnaval de Barranquilla, que en 1995 crea el desfile del Rey Momo por la calle 17 en el sur.
Continuando con las innovaciones, en el año 2000 la Fundación Carnaval de Barranquilla crea el desfile de la gran parada de fantasía. En el 2002, llega el primer reconocimiento nacional para el carnaval, que es declarado por el Senado de la República de Colombia como Patrimonio Cultural de la Nación, y en el 2003 la UNESCO lo declara Obra Maestra Del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
El nombramiento ha incrementado la importancia de la fiesta y ha comenzado a ser ofrecida al mundo como una atracción turística para propios y extranjeros que ven estas fiestas un canal para la expresión artística y cultural. Mientras que comienzan a marginarse expresiones culturales tradicionales como La Cumbia; esta es una danza de galanteo, altiva, amorosa y de pareja suelta.
Este baile representa de manera mas evidente el mestizaje, porque sus modales y atuendos nacen de las costumbres de los blancos de aquella época, la forma de bailar es tomada de los negros esclavos y los instrumentos que se interpretan son los que desde siempre han utilizado los indígenas de la costa caribe colombiana.
Consideramos importante realizar a continuación una pequeña descripción de las danzas tradicionales que ocupaban un lugar de gran importancia en los desfiles del carnaval y que por el auge turístico han sido relegados, para dar paso a manifestaciones dancísticas propias de otros países.
El garabato: Esta danza simboliza la lucha entre la vida, que son los bailarines y la muerte, representada en un personaje delgado y alto que lleva la cara pintada de blanco con la forma de una carabela. Porta una guadaña larga que se conoce como garabato y que utiliza para llevarse a los bailarines.
El Congo: Es una danza de baile guerrero proveniente de África que va acompañada de una fauna y músicos que ejecutan el tambor y la guacharaca, acompañando al cantante. Su coreografía incluye una batalla del toro con el Congo.
El Mapalé: este es el más tradicional de los bailes africanos enclavados en el Carnaval. En sus orígenes fue una danza de labor ejecutada en las noches. Más tarde se le atribuyó un énfasis de regocijo con carácter sexual y movimientos frenéticos.
Son de negro: Su coreografía es una alegoría de burla de los esclavos negros hacia los amos, y en un principio era bailado sólo por hombres, algunos disfrazados de mujer en vísperas de las fiestas de sus patrones.
Por otro lado, también encontramos las Danzas de Relación; son danzas que tienen un argumento que se relata con versos, durante su ejecución. Para su actuación requieren estacionarse en un sitio. Algunas de las más representativas son:
Danza del Caimán: El argumento cuenta la leyenda del robo de una niña por parte de un caimán.
Danza de los Coyongos: estos son una especie de aves zancudas de la zona ribereña del litoral Caribe. En la danza participa el coyongo rey, la garza gris, y otras aves de río y ciénaga; también actúa el cazador. El argumento se refiere a la faena de las de las aves cuando están cazando un pez.
Danza de los Goleros o Gallinazos: El argumento de ésta danza gira en torno al festín que forman los goleros o gallinazos cuando tienen comida fresca, que en este caso es un burro supuestamente muerto. Esta danza contiene teatro popular.
Danza de las Pilanderas: hace referencia a la labor que realizan las mujeres en el campo, para la limpieza del arroz y el maíz.
Danza de Paloteo: Es una danza de carácter guerrero, que simboliza primordialmente la lucha entre las naciones. Los danzantes portan una especie de bastón de madera, con los que se defendían en la lucha y pronuncian versos alusivos a su país mientras ondean sus banderas.
En Las Danzas Especiales, podemos encontrar la Danza de Diablos: la Danza de Diablos Arlequines es una danza de origen hispano y la presencia de Diablos en el Carnaval de Barranquilla responde a los procesos de sincretismo entre lo aborigen, lo español y lo afro-americano, que se dieron durante La Conquista y La Colonia.
Danza del Gusano: La coreografía gira en torno al movimiento del gusano. Al ritmo de una tambora los danzantes forman una fila y ejecutan varios pasos. Teniendo en cuenta los colores del vestuario y los movimientos coreográficos, se le da el nombre de Gusano. La fila comienza como es lógico, en la cabeza y termina en una singular colita con niños de edades entre los dos y los cuatro años.
Danza de las Farotas: (Tomado del dossier que apoyó la candidatura del Carnaval en la UNESCO), La Farota es una danza masculina creada a partir de hechos de la localidad, que se dicen históricos, acaecidos en la época de La Colonia. La anécdota que sustenta la danza hace referencia a que los españoles colonizadores asediaban sexualmente a las mujeres nativas abusando de ellas. Los indígenas varones, para defenderlas, se disfrazaban de noche con los atuendos de sus mujeres y esperaban que los intrusos agresores —confundidos y engañados— se les acercaran para enseguida, por sorpresa, cobrar su honor asesinándolos a cuchillo. El componente musical juega un papel importante porque es el que genera el juego coreográfico de esta danza, fuertemente influenciada por el elemento indígena.
Estas danzas tradicionales son ejecutadas en un 90% de las veces por personas de muy escasos recursos económicos; los danzarines son los habitantes de las zonas mas populares de la ciudad, que para la época del carnaval utilizan todo el dinero que puedan tener a la mano para comprar los vestuarios y pagar a los músicos.
Sin embargo, toda esta riqueza folclórica se encuentra atentada debido a una transvaloración cultural, resultado de las migraciones culturales y la globalización, en donde lo autóctono ha ido perdiendo su valor. En la actualidad es frecuente que estas danzas desfilen solo por la calle 17, la zona mas pobre de la ciudad, ya que las comparsas con ritmos de otros países y vestuarios muy lujosos, son las que casi siempre ganan los concursos previos a las fiestas, que les permiten desfilar por la vía 40, la zona visitada por los turistas y en la que solo se puede ver el desfile en palcos alquilados a precios de difícil acceso para muchas personas.
Es evidente el peligro que corren las expresiones emblemáticas de la memoria y la identidad del pueblo barranquillero, ya que por el hecho de ser atracción turística, el carnaval se esta convirtiendo cada vez mas en desfile y espectáculo.
García Canclini considera que: la primera forma de promoción moderna de la cultura, sobre todo en la literatura y en las artes, es el mecenazgo , pero las empresas privadas que apoyan el carnaval, exigen en contraprestación que los grupos lleven un atuendo, bandera o estandarte que publicite el logotipo de cada empresa patrocinadora. Este es uno de los medios por los cuales la Fundación Carnaval de Barranquilla recauda fondos, pero estos comerciales escénicos le restan espacio a lo verdaderamente escénico.
Otro recurso utilizado por la Fundación para generar ingresos económicos son los palcos, de los cuales estuvimos hablando líneas atrás; es tan amplio el espacio que ocupan, que no quedan lugares para que las personas que no pueden pagar el ingreso a un palco, vean el desfile de pie, a un lado de la vía, como se hizo desde el inicio de las festividades. Por esta razón reiteramos que los sectores populares cada vez están siendo tenidos menos en cuenta, al tener que desfilar u observar el desfile solo en la calle 17, el sector mas oprimido de la ciudad.
El carnaval es un bien cultural; entendiendo este término a partir del concepto de Ignacio Gonzáles Varas, quien dice que
Pese a lo anterior, Hasta el momento la Fundación Carnaval de Barranquilla no posee políticas para salvaguardar las tradiciones en peligro, pues solo es un ente encargado de la organización de los festejos, y por declaraciones hechas por los miembros de la Fundación, el resto de los asuntos, esta por fuera de su campo de acción.
Las declaraciones hechas por el Senado de la República de Colombia y la UNESCO, tienen el objetivo de preservar estas tradiciones. La UNESCO creó una “lista del patrimonio mundial” en la que se encuentra una gran variedad de expresiones culturales inmateriales del mundo, específicamente de los países en vías de desarrollo.
De igual manera la “Convención Para La Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial”, creado y aprobado por la conferencia general de la UNESCO en 2003, es un instrumento internacional que proporciona un marco jurídico, administrativo y financiero para proteger este patrimonio.
La “Alianza Global Para La Diversidad Cultural”, es un organismo a través del cual la UNESCO sirve de intermediario para la creación de nuevas asociaciones entre el sector público y privado, con el fin de prestar apoyo a las industrias culturales locales.
A pesar de todo lo anterior, el carnaval se presenta como un producto para la diversión, en donde lo tradicional y autóctono está perdiendo su espacio y por ende su importancia. Valdría la pena tener en cuenta lo citado por Honorio Velasco en su libro El folklore y sus paradojas:
“El discurso folklórico ha sido y continúa siendo un aliado importante del turismo. El mantenimiento de las tradiciones, la autenticidad de la «vida tradicional» de sus gentes ha sido divulgado por el discurso folklórico y transferido al discurso turístico, de modo que gracias a él determinados pueblos se han convertido en centros de peregrinación con motivo de las fiestas o como centros de recepción de un turismo en época de vacaciones que hasta pretende instalarse temporalmente allí. La cuestión es compleja y merecería un estudio detenido, incluyendo la invención de tradiciones —algo, por otra parte, nada nuevo en el Folklore—. Pero aquí simplemente pretendo apuntar de qué modo el turismo se ha apropiado del Folklore hasta llegar a exigir de un pueblo no que se muestre cómo es, sino que se muestre según la imagen que de él se tiene. Zamarramala, La Alberca, Candelario, por ejemplo, y muchos otros pueblos parecen haber sido especialmente sometidos a esta última función del Folklore: la conformidad con la imagen que de ellos se tiene.
Pero más propiamente esos pueblos parecen haber captado a la perfección los rasgos más característicos del Folklore, sus paradojas. Pues gracias al turismo han sido capaces a la vez de «mantener sus tradiciones» y de progresar social y económicamente, precisamente por mantenerlas”.
El espacio folclórico dentro del carnaval esta tendiendo a desaparecer, pero el carnaval como fiesta siempre prevalecerá. Este último enfoque es el que está teniendo más fuerza para el sector empresarial que mueve el turismo, y en este sentido se empieza a otorgarle más importancia a la oferta de productos y servicios que están alejados del origen y objetivo de las fiestas.
Las declaraciones hechas por la UNESCO, el Gobierno de La República de Colombia, o cualquier otro estamento, buscan proteger las tradiciones, pero a la vez las hacen atractivas, turísticas y comercializables; evidentemente esto tiene su influencia, haciéndoles mutar de lo que son a lo que se espera que sean, fenómeno que lastimosamente ha llegado al carnaval de Barranquilla.
1 comentario:
documento concreto que permite valorar el contenido cultural del carnaval de barranquilla y reflexionar sobre la perdida de su identidad por intereses lucrativos, que a pesar de ser cuantiosos se desentienden de lo escencial.
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