miércoles, 2 de septiembre de 2009

VII DECIRES, CONTARES Y CANTARES










Por Mayerlis Beltrán
culturalnave@hotmail.com


¡Qué privilegio poder asistir a un festival de narración oral y encontrarse con un equipo humano tan cálido, que le permita a uno sentirse como en casa! Eso fue exactamente lo que me ocurrió al asistir a los VII DECIRES, CONTARES Y CANTARES, bajo el lema ¡Mucho ruido y 7 nueces!, Evento que se realizó en Porteña, provincia de Córdoba entre el 26 y el 29 de septiembre del 2009.

El festival, que es organizado por Nora Maretto y Stella Maris García, prometía tener un sabor dulce porque en mi caso particular, ya había tenido la oportunidad de asistir a la cuarta versión del festival y en ese entonces había cosechado afectos y amistades que deseaba volver a ver.

Y las expectativas se me quedaron cortas... desde el primer día que llegamos al pueblo y asistimos a la radio y a la televisión a promocionar el evento, ya respirábamos el olor a cuentos y las ganas que tenían los porteñenses de dejarse seducir por una historia bien contada.

Porteña es un lugar de contradicciones, los que somos de afuera podemos darnos cuenta que los lugareños son personas muy conservadoras y tienden a cuidar mucho su imagen ante los demás, pero ante la presencia de extraños con costumbres diferentes, son muy respetuosos, acogedores y solidarios y a pesar de que uno siente que podría haber desacuerdos en la manera de pensar o de actuar, al gente del pueblo se muestra siempre bien dispuesta y demuestran que son excelentes anfitriones.

Por eso los narradores teníamos mucho entusiasmo de poder compartir nuestro arte con el público de Porteña y agradecerles de esta manera todas las atenciones, cortesías y muestras de cariño de las que fuimos objeto durante nuestra estadía en el lugar.

Las jornadas eran maratónicas, porque el programa incluía funciones en localidades y zonas rurales alejadas de la sede central del evento, pero considero que esta es una de las más bellas cualidades que tiene el festival: llevar a los cuentos y la música a esas poblaciones alejadas o escuelitas rurales tan pequeñas, que por la escasa población que cobijan y por la situación económica en la que se encuentran, difícilmente tienen acceso a este tipo (es más me atrevería a decir que a ningún tipo) de manifestaciones artísticas.

Lo anterior en parte puede deberse a que muchos consideran que el arte no es esencial para el desarrollo del individuo o también puede que se deba a que prefieren priorizar otros aspectos, que la gente del pueblo muy seguramente tampoco tienen cubiertos en la medida en que se lo merecen.

En todo caso, la experiencia con las escuelas pequeñas fue tan gratificante que afianza mi decisión de dejar a un lado la rutina de las grandes ciudades para asistir a este tipo de encuentros con la vida y más aún cuando uno se encuentra con una persona como una docente que trabaja en una escuela en las afueras de Porteña. Ella es a la vez docente y directora de la escuela que alberga 9 estudiantes, cada uno de ellos en grado de escolaridad diferentes, todos asistiendo al único salón que tiene el edificio, a recibir lo que esta maestra entusiasta tiene para enseñarles cada día.

Algunos llegan a pie, a caballo, en pony, otros en bicicletas, todos aprovechando (quien sabe si de manera consciente o no) la oportunidad que tienen de asistir a la escuela básica ahora que son pequeños, porque de grandes quien sabe si el dinero les alcance para salir a otro pueblo a continuar los estudios, o a lo mejor les toque abandonar el colegio para dedicarse a trabajar en el campo, a ayudarles a sus padres.

Este es el público más agradecido con el que puede encontrarse un narrador de cuentos o un músico (porque ambas disciplinas son incluidas dentro del programa del festival) En el caso de esta escuela pequeña de la que hablo, los chicos no entendían de que se trataba la actividad, no entendían para qué los habían sacado de sus actividades cotidianas, pero muy obedientemente cada uno sacó su silla del salón, se acomodaron en el pasillo de la escuela sin hacer el menor ruido y estuvieron muy atentos durante la presentación.

Lo que más me llamó la atención, es que no sabían como responder ante las situaciones que los cuentos o las canciones ofrecían, ellos estaban con los sentidos bien despiertos, recibiendo todo, pero con mucha inseguridad para responder; poco a poco se fueron soltando y a medida que la función avanzaba ya respondían con risas o aplausos donde sentían que debían hacerlo.

Al finalizar la función me puse a conversar con la maestra de la escuela y me sentí privilegiada de haber compartido con ellos nuestras historias y nuestras canciones. Con ellos y con todos los niños, adolescentes y adultos con los que pudimos estar.

Este fue un evento lleno de magia, donde las organizadoras cuidaron cada detalle y se esforzaron por tener un festival a la altura de los de las grandes ciudades. La noche de clausura del evento, donde todos los artistas invitados teníamos una corta participación, afloraron todas las sensaciones y emociones que habíamos acumulado durante los 4 días que duró el festival.

Cada palabra dicha durante la presentación del evento, cada gesto compartido con los demás narradores y músicos me hizo agradecer por haber podido compartir la escena y el festival con gente comprometida con su trabajo, con gente que todavía cree en la palabra y en el poder que tienen los cuentos sobre la humanidad.


Septiembre 2 de 2009.

1 comentario:

Stella Maris García dijo...

Agradecida, conmovida, movilizada como cada año, por los Decires y por palabras como las tuyas, Maye, pero me siento en la obligaciòn de señalarte que la organización del Festival es de los Talleres de Arte Infantil y Arte Joven de la Municipalidad de Porteña, de los cuales es coordinadora Nora Maretto; yo me sumo desde BsAs, o cuando viajo a Porteña -que lo hago todo lo seguido que puedo- y ayudo a alimentar a este "niño nuestro" que son los Decires. Somos coautoras del proyecto, gracias a la fuerza de los sueños y a la creencia en la palabra y en los valores que ésta encierra. Gracias por tus cálidas y generosas palabras. Quien alguna vez es parte de los Decires vive a pleno de qué se tratan y sigue siendo parte de estos Decires para siempre.